lunes, 23 de enero de 2012






Las investigaciones revolucionarias suelen surgir cuando los avances tecnológicos se ponen al servicio de la inteligencia, mezclados con talento, ingenio e iniciativa. Sin embargo, en este caso, la ecuación se resuelve sin la necesidad de establecer una dependencia del progreso industrial. Este es el caso de un innovador estudio que se encuentra en desarrollo en el que colaboran ingenieros y de varias universidades españolas, y que defiende el uso de sillas como aislante térmico.



El planteamiento inicial suena descabellado e irrisorio aparentemente. Teniendo en cuenta que la ciencia surge del conocimiento mediante la observación de patrones regulares, resulta difícil creer que hasta ahora nadie haya observado un hecho como el que plantean en un objeto cuyo uso se remonta a los tiempos más primitivos de la existencia humana.


La teoría que proponen se basa en colocar dos sillas de cualquier tipo (desde un taburete o una silla de escritorio hasta un tronco sesgado de árbol) enfrentadas, a una distancia mínima de 30 cm y colocar, de modo fijo,dos cuerpos diferentes de masa variable en cada una, estos a su vez también enfrentados y al menos con un punto de contacto. Teóricamente, este punto de contacto actúa como iniciador de diversas reacciones internas dentro de los cuerpos que provocan un aumento brusco de su temperatura, que posteriormente sigue aumentando conforme a un gradiente de forma moderada. El efecto de las sillas se basa, según sus investigaciones, en impedir que, a pesar de que las reacciones internas sean continúas, la temperatura interna de los cuerpos siga aumentando hasta explotar por un exceso de calor o que se produzca una combustión espontánea.


El experimento a partir del cual se han desarrollado las bases a esta teoría consistió en colocar en dos sillas situadas a aproximadamente 40 cm a dos jóvenes de diferentes géneros, sentados uno frente al otro y, posteriormente, se les puso en contacto en diversos puntos de su superficie externa. Se observó que, tras producirse las reacciones internas y el correspondiente aumento de temperatura, no superior a 100 ºC, las sillas actuaron como aislante térmico, impidiendo que esta siguiera aumentando.

Hasta ahora, la solución a este problema consistía en situar los cuerpos en medios con temperaturas alrededor de los 0 ºC o inferiores, y en aquellos casos en los que esto no era posible, se empleaba la inmersión en baños de agua criogenizante, comunmente denominados "ducha fría". 

Con este método innovador se pretende que esas soluciones extremas no sean necesarias, evitando así los claros daños medioambientales que suponían, causa principal del aumento de la temperatura global del planeta y su asociado cambio climático.



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