miércoles, 7 de mayo de 2014




Hay crisis. Crisis en las calles, en las relaciones, de personalidad, de edad, en las cuentas bancarias, en el empleo, en uno mismo.

Las hay. Quien no lo vea es idiota.

Pero también hay mucho amor. Quizás la culpa la tiene la primavera, quizás el invierno. Puede, incluso, que me llaméis ñoña, romanticona o poco realista.

Pero hay amor. Creo en él. Creo en todos y en cada uno de sus gestos, miradas, lágrimas, decepciones, abrazos, palabras. Creo en los besos. En el primer contacto con la piel. Y en el décimo. Y en el milésimo.

Creo en un “te quiero”, en una nota dejada en un desayuno, en los abrazos de despedida con sabor a mostaza. En el “sí quiero” y en “ya no te quiero más” varios años después. En el esperanzado pero fugaz “para toda la vida”. Creo en las flores que ya no tienen energía pero se conservan como un recuerdo, en “si es una niña la llamaremos Valeria”, en copas de vino, en terrazas de noche, en suspiros, en minutos que duran semanas, en comprobar móvil cada 5 minutos, en un “hola, estoy pensando en ti.”




Creo en errores y arrepentimientos, en fotos enmarcadas, en perros que se encuentran en la calle y en “peros” que pierden el valor.

Creo en los polvos con la ropa a medias y en las discusiones con o sin sentido. En el “no estoy seguro de lo que quiero” y en el “no me dejes nunca más”.

Creo en calles mojadas, en besos en las manos, en salir a pasear con zapatos que hacen daño para que te distraigan de lo mucho que te duele el alma.

Creo en los portazos, en los encuentros inesperados, en las copias de llaves y en las empresas de mudanza. Creo en pintar las paredes y llenarlos de grietas repletas de nostalgia.

Creo en la terapia de telepatía vomitiva entre los amigos, en los días elásticos, en los “te quieros” que suenan igual que los del otro día, pero no.

Creo en carpetas compartidas, en todo tipo de baches, en el odio temporal y el cariño para toda la vida. Creo en tropezarse con la misma piedra y con esa otra también. Creo en sentirse imbécil y en descubrir que un 2 es un 1 más 1 y que, al dividirse, se queda en un 0,5. Creo en la rabia, en la pasión, en mantas y pelis, en las cosquillas, en los arañazos y en los gritos de impotencia.

Creo en todo esto porque sé que lo único que importa en esta vida es sentir.

Qué buen invento el del amor. Qué buen invento.

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