domingo, 27 de julio de 2014

Hoy te escribo para decirte que tenías razón:
No me he vuelto a encontrar con nadie como tú. Y menos mal.

El tiempo me ha dicho que te diga de su parte que ésta vez estabas en lo cierto, "que no era por mí, que era por ti’. Todavía recuerdo que me resultó complicado digerir tu bocadillo de cumplidos, ese que hacemos cuando queremos deshacernos de alguien y previamente le recordamos lo magnífica persona que es. Como esperando que se lo coma y tenga algo con lo que entretenerse mientras nos vamos silenciosamente por la puerta de atrás. Eres tan increíble que me voy. Venga, hombre.




También quería darte las gracias. Sí, porque desde que te fuiste descubrí los juernes al sol. Empecé a disfrutar del volumen suficientemente alto de mi canción favorita mientras cogía el coche un jueves de vuelta a casa y el sol empezaba a salir. Y los bocadillos me los hago yo cuando llego a casa después de tomar unas copas. Ah, y si quiero me lanzo un beso en el espejo también, por mi magnificencia.

Gracias, porque cuando decías que era la hostia y no tenía remedio también tenías razón. Y me alegro. Sí, porque me resulta irremediable querer y depender de mis amigos de manera incondicional, puesto que para mí son la familia que elegimos.

No tengo remedio, no soporto a la gente templada. Me enseñaron a ser ardiente cuando algo me apasiona y a mantenerme en grados negativos cuando algo no me importa una mierda. Y cuando me encuentro con alguien que ‘ni chicha ni limoná’ me dan ganas de zarandearle a ver si caen bellotas.




No puedo remediar ir con todo a por algo que es aparentemente imposible pero que en algún rincón de mi cabeza resulta mínimamente probable, aunque a ti te pareciese estúpido. Tonto es el que hace tonterías.

Me resulta irremediable abrir la boca cuando algo me molesta porque creo que para eso nos la pusieron en la cara y no donde la espalda pierde el nombre. Prefiero que me insulten por lo que digo que por lo que callo.

Y lo mejor de todo, me gusta la gente que no tiene remedio. Porque suelen ser las personas auténticas las que no encuentran motivos para cambiar las cosas en las que creen de verdad.

Espero que encontrases lo que andabas buscando. Lo espero de verdad, porque yo me encontré a mí bailando en el salón de mi casa al ritmo de los Rolling Stones encima del sofá y me pareció que era uno de los mayores descubrimientos de mi vida.



Mientras saltaba en el sofá también descubrí que el único secreto de la Coca Cola es que cuando tienes la suficiente sed eres capaz de beberte cualquier cosa sin pensar en lo que lleva. En realidad descubrí que la Coca Cola y tú teníais más cosas en común de las que yo pensaba. Ahora entiendo por qué mis padres me la escondían.

Y bueno, hoy no es Juernes. Pero es que también descubrí que podía hacer lo mismo los viernes y los sábados. Ya te mandaré la receta del bocadillo de hoy.

Disfrutad del fin de semana.

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